Tres corrientes en la ESS
Temas n. 75: 4-11, julio-septiembre de 2013
Jose Luis Coraggio, July 2013
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Junto con los procesos de empobrecimiento y exclusión de las masas, en las dos últimas décadas emergieron prácticas y formas económicas, en buena medida ya institucionalizadas, que se ubican bajo el paraguas de la Economía social y solidaria (ESS) o de la Economía solidaria (ES): microemprendimientos asociativos, trabajadores o usuarios autogestionados, empresas recuperadas, comercio justo, microcrédito, redes de abastecimiento o comercialización, etcétera.
Todas se dirigen al segmento de los pobres o excluidos, e intentan diferenciarse de las prácticas asistencialistas (que no es equivalente a asistenciales, pues siempre es necesaria una dosis de asistencia), afrontando la cuestión social desde la (re)inserción en la economía que operó los efectos excluyentes. Otras prácticas, cuya legitimidad como parte de la ESS es puesta en duda por algunas nuevas corrientes, reclaman para sí el adjetivo de «economía social», «solidaria» o de «ESS». Por ejemplo: las cooperativas tradicionales, las asociaciones (generalmente sin objetivos pecuniarios) y las mutuales de diverso tipo, todas ellas formalizadas, incluso siguiendo estatutos legales que han sido uniformados a través de los continentes. También existen modalidades como las organizaciones sindicales o la del presupuesto participativo; y, por otro lado, las comunidades indígenas. De igual modo, esgrimen esa denominación —sobre todo en Europa— entidades organizadas como empresas de capital, pero con objetivos sociales. Asimismo, debe tenerse en cuenta la llamada «responsabilidad social de las empresas». ¿Tiene algo que ver con la ESS?