REPENSANDO NUESTRO MODELO DE SOCIEDAD Y DE ECONOMÍA
Dossieres EsF n.o 26, Verano 2017
María Luisa Gil Payno, Juni 2017
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Vivimos un momento de crisis civilizatoria. En el ámbito socio-económico, nos enfrentamos a un deterioro generalizado de las condiciones de vida de una gran mayoría social. Nos encontrarnos también ante una profunda crisis de representación política, de la que el auge de la extrema derecha, la llegada de Trump al poder o el Brexit son solo algunas de sus manifestaciones más recientes. Y todo ello en un contexto de colapso ecológico que se antoja ya inevitable.
En este contexto, en septiembre de 2015, los Estados miembros de Naciones Unidas aprobaron la Agenda 2030, que lleva por título «Transformar nuestro mundo: la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible» y constituye el acuerdo global que pretende orientar las transformaciones a realizar en el paradigma de desarrollo actual durante las próximas décadas. Una agenda que, al mismo tiempo, pone de relieve, desde su mismo origen, los límites que obstaculizan estas transformaciones.
En plena crisis multidimensional, y cuando se cumplen diez años desde el estallido oficial de la crisis financiera de 2007, resulta especialmente pertinente repensar nuestro modelo de sociedad. También cuestionarnos cuál es el modelo económico que ese modelo de sociedad al que aspiramos requiere, lo que inevitablemente nos obliga a repensar cómo se estudian y enseñan las llamadas ciencias económicas.
Estas son las cuestiones sobre las que hemos reflexionado y debatido en las IV Jornadas Otra economía está en marcha, que se celebraron los días 5 y 6 de mayo de 2017 en Madrid y que son abordadas en este documento por los propios ponentes que participaron en ellas.
El dossier comienza con un artículo de Eduardo Gudynas (Centro Latino Americano de Ecología Social, CLAES), quien nos proporciona las claves para desentrañar una crisis multidimensional cuyas raíces son más profundas de lo que habitualmente se reconoce. Para el autor, la crisis tiene sus causas más profundas en un modelo de desarrollo centrado en el crecimiento económico continuo y basado en la explotación masiva de los recursos naturales. Un modelo de desarrollo hegemónico al que, considera, responden incluso las experiencias de los gobiernos progresistas de América Latina de la última década, lo que evidencia que «ya se han ensayado todas las versiones posibles del desarrollo» y que es tiempo de ir más allá. Y unas ideas sobre el desarrollo muy arraigadas que se sustentan en creencias y afectividades. Por eso, concluye el artículo, cualquier alternativa a la crisis debe apelar tanto a las ideas como a los afectos: es necesario «sentipensar las alternativas a la crisis».
Pablo Martínez Osés, del Colectivo La Mundial, indaga, en el segundo artículo, sobre las oportunidades que la nueva agenda internacional de desarrollo (la Agenda 2030) abre para transformar el paradigma de desarrollo hegemónico, cuyo funcionamiento no sería posible, según el autor, sin la complicidad o el consentimiento de gran parte de la población mundial. Nos presenta, así, una agenda en la que este paradigma de desarrollo es predominante, pero que, al mismo tiempo, revela su agotamiento, como lo demuestra el hecho de que, pese a los esfuerzos en contra de los poderes, incorpore cuestiones como la insostenibilidad ambiental, el crecimiento de la desigualdad o la concentración de riqueza. La agenda, concluye el artículo, debe ser interpretada políticamente para cambiar la distribución de poder global y aprovechar su potencial de transformación.
Carmen Crespo Ordóñez nos habla también sobre cómo desentrañar la crisis y construir horizontes emancipatorios, en este caso desde una perspectiva concreta: el enfoque de la sostenibilidad de la vida. Un enfoque que reivindica la necesidad de poner en el centro la vida, las personas y la naturaleza en vez de los mercados, como hace el sistema actual. Desde el convencimiento de que, para construir alternativas, es necesario recurrir a paradigmas de pensamiento que nos permitan analizar el mundo desde lógicas diferentes a las del capitalismo heteropatriarcal, la autora reflexiona sobre cómo construir «buenos vivires» u horizontes emancipatorios.
En el cuarto de los artículos, Gonzalo Fernández Ortiz de Zárate, del Observatorio de Multinacionales en América Latina (OMAL), nos presenta asimismo un proyecto civilizatorio en crisis, caracterizado por un sistema económico con problemas para reproducirse en un contexto, además, de colapso ecológico. Una situación que, según el autor, explica el surgimiento de nuevas versiones de capitalismo aún más reaccionarias que entran en disputa con el capitalismo hegemónico y cuyo resultado definirá la nueva versión del capitalismo para el siglo XXI.
Continúa el dossier con un artículo de Luis González Reyes (Ecologistas en Acción), para quien el estado de emergencia en el que vivimos es una oportunidad para «hacer concebible lo impensable». Es, por tanto, el momento de construir nuevas instituciones y alternativas que funcionen según otras lógicas y que nos proporcionen vivencias que, a su vez, generen cambios personales y sociales y sean fuente de la seguridad y la esperanza que las personas necesitamos en el momento de crisis civilizatoria y colapso ecológico en que vivimos.
La profesora de Filosofía Alicia García Ruiz (Universidad Carlos III) nos propone la fraternidad como uno de los valores alrededor del cual construir un paradigma político económico, un modelo de sociedad, en definitiva, que, frente al paradigma del homo economicus autónomo e independiente, ponga el reconocimiento de la vulnerabilidad, la relacionalidad, la interdepencia y la sostenibilidad de la vida en el centro.
En el último de los artículos dedicados a repensar nuestro modelo de sociedad, Ana Méndez nos habla de los comunes como hipótesis política, es decir, como una propuesta colectiva de transformación de la realidad y de construcción de experiencias de auténtica democratización de la vida política y de control y redistribución de los recursos articulada con las instituciones públicas como «productoras y practicantes» de estos comunes. Una propuesta enraizada en la situación actual, que abre horizontes de lucha colectiva y articulada ante el colapso del Estado de Bienestar y la creciente mercantilización, privatización y financiarización de la vida cotidiana, de la que ya existen ejemplos en diferentes experiencias municipalistas.
Finalmente, Laura de la Villa Alemán sintetiza, en su artículo, la mesa redonda dedicada a «Repensar la Economía», en la que participaron, además de ella, Ricardo Molero y Mercedes de Luis. En el artículo, la autora denuncia la hegemonía de la economía neoclásica como único principio articulador de la investigación y la enseñanza de la Economía y reivindica una transformación en los programas de investigación y docencia de la disciplina que permita desarrollar, a diferencia de lo que ocurre en la actualidad, un análisis situado social e históricamente, pluralista y crítico, así como abordar un debate serio y profundo sobre los problemas económicos a los que nos enfrentamos, siempre con el fin último de satisfacer las necesidades reales de la sociedad.