Una crítica descolonial del trabajo
Boris Marañón Pimentel, August 2018
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El aporte de esta investigación, desde el sentipensamiento descolonial, es tratar de entender, primero, las concepciones que se han tenido del trabajo a lo largo de la historia occidental, y después, tanto los lugares y papeles asignados a la gente en este ámbito de la existencia social, como las razones que explican tal distribución en las relaciones de poder. Nos interesa discutir cómo, por un lado, el trabajo (work), actividad creativa y autónoma, manual e intelectual, destinada a proveer las necesidades básicas, a enriquecer la vida humana y efectuada dentro de una cotidianidad que enlazaba todos los aspectos de la vida, fue convertido por el patrón de poder moderno-colonial, global, capitalista y eurocentrado, en empleo (job), asalariado, manual, abstracto y homogéneo, subordinado y subordinando la vida misma al trabajo asalariado. Esto es, nuestro objetivo se orienta a tratar de explicar de qué modo trabajar para vivir fue sustituido por vivir para trabajar en la modernidad colonial eurocentrada, lo cual requirió una redefinición radical del concepto de producción, mismo que fue separándose de su contexto natural y material, como apunta Naredo [1987]. Siendo el eje de análisis la colonialidad del trabajo, este concepto está referido al trabajo asalariado; sin embargo, los otros tipos de trabajo (servil, esclavo, pequeña producción mercantil simple, reciprocidad) que provienen del mundo premoderno-colonial también se incorporan a la colonialidad-modernidad. Lo que ocurre es que el trabajo asalariado corresponde al capital, mientras que todas las otras formas de trabajo son parte del capitalismo, con lo que la colonialidad del trabajo no se refiere sólo al trabajo asalariado, sino al trabajo en el sistema dentro del cual se desarrolla el trabajo[1]. Existen, por lo tanto, diferentes formas de control del trabajo, todas ellas afectadas por la noción de raza, según los desarrollos teóricos de Wallerstein y Quijano.
Al mismo tiempo, la presente investigación trata de mostrar cuáles son las nuevas concepciones de trabajo que emergen con los recientes movimientos sociales, especialmente indígenas, que no sólo cuestionan la colonialidad del trabajo, sino el patrón de poder moderno-colonial y capitalista en su conjunto, es decir, la colonialidad del poder. Para tratar de dar cuenta de estas nuevas propuestas que pueden ser asociadas al Buen vivir, es imprescindible distanciarse de las narrativas eurocéntricas del trabajo y de la modernidad instrumental predominantes.
[1] Al respecto, Quijano [2014: 272] sostiene que “todas las formas que conocemos hoy de control y de explotación del trabajo, a partir de América, fueron reorganizadas todas, ya no como una secuencia de previos modos de producción, sino como formas de organización de explotación y de control del trabajo para producir mercancías para el mercado mundial. Es decir, no solamente existían simultáneamente, en el mismo momento y en el mismo espacio histórico, sino que fueron articuladas en torno del mercado y, por eso, en torno también de la relación capital-salario que desde entonces pasó a ser el eje central de esa articulación y de esa manera se hizo dominante sobre todas las demás relaciones de producción y sobre todo el mundo”. A esta articulación de diversas formas históricas de control del trabajo, vista desde una perspectiva mundial y no evolucionista, Quijano la denomina capitalismo.