El cambio silencioso: empresas y fábricas recuperadas por los trabajadores en la Argentina
Esteban Magnani, Prometeo Libros, Argentina, 2003
Mientras el neoliberalismo empuja al mundo hacia el desastre y a quienes generan la riqueza ajena a la miseria, mientras los Estados Unidos, se erigen, a sangre y fuego, en policía universal, y el capitalismo parece alcanzar su cenit a fuerza de desmesura; mientras eso ocurre, en un país destrozado, en la periferia, una pequeña experiencia social, económica y política da sus primeros pasos: los obreros se hacen cargo de empresas quebradas o abandonadas por sus dueños y las ponen en marcha. No es el resultado del programa sistemático que persigue una utopía revolucionaria, sino que se trata del ejercicio imprescindible de quien quiere sobrevivir acepta que es el andar cuando se construyen nuevas reglas de juego, a pesar de la resistencia que ofrece lo establecido tanto en la sociedad como en los hábitos propios. El obrero que logra dar el salto para escapar de la amenaza de la desocupación ya no vende su trabajo sino que lo asume; no es tomado por la mercancía sino que la mercancía en sus manos se convierte en un producto genuino de circulación social. Es esa la pieza a intercambiar, ya no el obrero. Eso es lo que ocurre en Zanón, Chilavert, Brukman, el Instituto Comunicaciones, Unión y Fuerza y cientos más. Estas empresas ya no son el símbolo de una victoria parcial que alimenta a miles de familias. Habrá que esperar -o acompañar- para saber si es un paso hacia la victoria final, la de la capacidad de decidir por uno mismo. ’’Aquí en Buenos Aires, cada semana se sabe de una nueva ocupación; un hotel de 4 estrellas ahora manejado por su personal de limpieza, un supermercado tomado pos sus empleados, una aerolínea de cabotaje a punto de convertirse en una cooperativa de pilotos y encargados. En pequeños diarios trostkitas alrededor del mundo, las fábricas ocupadas argentinas, donde los trabajadores se han hecho de los medios de producción, han sido reconocidas vertiginosamente como el amanecer de una utopía socialista. En grandes revistas de negocios como The Economist, son descritas como un mal augurio, como una afrenta al principio sagrado de la propiedad privada. La verdad se encuentra en algún punto intermedio’’ Naomi Klein